Había nacido en Austria hace 69 años. Original ejecutante de música clásica, también se dedicó al jazz en los 60. Tocó una vez desnudo en la televisión y anunció, en broma, su propia muerte
Friedrich Gulda, el excéntrico pianista austríaco, murió de un infarto de miocardio en su casa en Weissenbach am Attersee, Alta Austria, a los 69 años. Considerado uno de los mejores y más originales intérpretes de Mozart y Beethoven, el famoso músico incursionó también en el mundo del jazz. Gulda, gravemente enfermo desde hacía tiempo, ya había provocado un susto mayúsculo con su salud cuando el año pasado emitió la noticia de su propia muerte. En efecto, el 28 de marzo del 99 difundió un fax con ese anuncio, poco antes de un concierto. Luego se presentó en la sala y antes de tocar disparó: Qué lástima, hay más de uno que seguramente se puso contento antes de tiempo. Poco después del chasco, convocó en la noche del domingo de Pascua a una fiesta de resurrección. a entonces, el singular carácter del renombrado pianista lo había llevado a prohibir, al menos en Viena, la publicación de cualquier necrológica cuando su muerte dejara de ser una broma. Decía que en toda Viena no hay un solo crítico musical capaz de honrar debidamente el rendimiento musical de mi vida. Amparados en el hecho de que esta divertida y quizás oportuna prohibición sólo abarcaba a los medios de su ciudad natal, sus colegas y los medios del resto del mundo se hicieron eco y con pesar de la muerte del ecléctico pianista, luego de reconfirmar su fallecimiento, medida doblemente imprescindible en este caso.Había nacido el 16 de mayo de 1930 en Viena. A los 16 años ganó por unanimidad el Concurso Internacional del Música de Ginebra. Cuatro años después, su debut en el Carnegie Hall de Nueva York lo proyectó como el más destacado intérprete de Beethoven de su generación.Definía tres aspectos esenciales en la labor de un intérprete: El amor como motor, la personalidad como medio y el verdadero respeto de la obra como objetivo.Se consideraba un pianista clásico a pesar mío. Y detestaba el conservadurismo y la atmósfera polvorienta de las salas de concierto. Tenía una actitud especialmente abierta a todo lo nuevo y una cierta vocación por el escándalo que lo llevó alguna vez a actuar desnudo ante las cámaras de la televisión. Su aversión a las formalidades del mundo clásico se traducían en sus programas de conciertos, donde solía combinar músicas y músicos de distintos géneros.Entre lo más destacable de su producción como intérprete figuran sus ciclos integrales de las sonatas para piano de Beethoven en 1953 y las de Mozart, en 1981. Para muchos especialistas, Gulda vino a ser la reencarnación de Mozart.En 1955, a la salida de uno de sus conciertos en Nueva York, se apareció en el célebre club de jazz Birdland, y se quedó tocando jazz hasta el amanecer. La trasnochada tuvo sus efectos. Y a partir de la década del 60 consagró gran parte de sus energías y actuaciones al jazz, muy influenciado por el estilo del gran Bud Powell. En 1966 creó en Viena el Concurso Internacional de Jazz Moderno. Fue un asiduo visitante de la Argentina, donde debutó en 1949 y regresó en 1950 y 1954. En 1966 ofreció una serie de cuatro conciertos en el Colón que iban de Bach a Ravel, pasando por Bach y Mozart, su especialidad. En el 68, mezcló Haendel y Beethoven con obras propias.En 1970 regresó con impactantes interpretaciones de obras de Beethoven, Schuman y Debussy. En 1972 vino junto al naciente grupo Weather Report, capitaneado por su compatriota Joe Zawinul. Aquella actuación confirmó que su amor al jazz destilaba más entusiasmo que swing.Como saldo temprano de sus visitas a nuestro país, sobresale su relación con nuestra Martha Argerich, su mejor y única alumna, y de alguna manera, su heredera en el espíritu libertario que lo animaba.No satisfecho con sus aventuras jazzísticas, Gulda se lanzó en los 90 a las movedizas arenas del show business mediático, presentándose en programas como Paradise Island de Munich, en 1992. Entonces se dijo que su talento no merecía navegar en aguas tan superficiales.Sus actuaciones junto a sus colegas Chick Corea (1984) y Herbie Hancock (1989) figuran dentro de sus máximos blasones como músico de jazz.Compuso obras en todos los estilos que tocó, y piezas más orientadas al entretenimiento que a la reflexión. Hago la música que quiero, no la que debo, decía.Casado dos veces, tuvo tres hijos, dos con la actriz Paola Loew. Paul, su hijo mayor, sigue sus huellas como pianista.
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